domingo, 25 de noviembre de 2012

Capítulo 10.

Pues sí que tarda el chico este. Ha pedido 5 ensaladas especiales, 6 hamburguesas completas y 5 refrescos. ¿Acaso va a alimentar a un regimiento? Me pueden dar las 12 de la noche mientras espero aquí. Me desespera, en serio. Me fijo que muchas veces se gira para mirarme, sonríe y se da la vuelta. Demasiado raro. Encima, me da la impresión de que todo este paripé lo hace queriendo, y no entiendo el motivo.
Cuando para de hacer tonterías, me fijo en él mejor. Está muy delgado y no es muy alto. Más o menos como yo, y si yo mido 1,69, él medirá 1,71. Si mis cálculos no están mal, claro. Creo que no pegaría ni con cola con él, es tan rubio y guapo y yo tan... normal, del montón. Un momento... ¿por qué pienso en él de esta manera, si no me gusta?
Finalmente, termina su pedido y se lo traen para llevar. "Bueno, amiguete, ya no nos volveremos a ver más" pienso mientras le miro. ¿Por qué no puedo parar de mirarle? Pareceré una niñata estúpida mirándole con cara de perrito embobado. 
Salgo de mi ensimismamiento cuando veo que una chica, más joven que yo, se acerca a él con lágrimas en los ojos y extremadamente colorada y le pide una foto. 
¿Quién será este tío tan raro?
Cuando la chica se marcha, él deja  su comida en la barra y va al baño. Mientras, yo voy pidiendo mi comida. Una hamburguesa con queso estará bien. Y una botella de agua, claro. 
Me traen rápidamente el pedido y yo me siento en una mesa, sola. Mientras como, el chico sale del baño y veo que inspecciona el local y, misteriosamente, su mirada se detiene en mi mesa. Vuelve a coger su pedido y, con toda mi sorpresa, se acerca hacia donde estoy, se sienta a mi lado y saca un refresco y una hamburguesa.
-¿Hola? - Pregunto con ironía. 
-Hola. - Dice él con una gran sonrisa mientras empieza a masticar , más bien devorar, su hamburguesa.
-Mira, no sé si aquí en Irlanda es típico sentarse con gente desconocida, pero yo lo veo bastante rarito.
Él aparta la hamburguesa y empieza a reír. Su risa es muy contagiosa, pero debo permanecer dura, y por eso, le miro con cara de flipada.
-No eres muy agradable, ¿eh? - Me suelta con una sonrisa. Lo repito, ¡este tío tiene un morro que se lo pisa! Le miro con cara ceñuda y dice: -Vamos, en realidad seguro que eres simpática y todo. ¡Sonríe! ¿Cómo te llamas?
Me cae mal, pero ante todo, están los modales y le digo mi nombre y él, vuelve a sonreír. 

-Bueno, Noelia, lo siento. De verdad, que no era mi intención que el gerente te tratara así. -Dice él, muy serio.
Tal vez no sea tan idiota como creía. Dijo que tenía mucha prisa y, sin embargo, se ha sentado conmigo para pedirme disculpas. Tal vez...
-Vaya... Pues disculpas aceptadas, supongo. - Digo mientras sonrío levemente.
-Sabes sonreír, ¿eh? - Me dice mirándome muy, muy sonriente.
De repente, se levanta y recoge las cosas y yo me quedo impactada. ¿Ya se va? Bueno, tenía prisa, demasiado tiempo ha perdido hablando conmigo... ¿Cómo se llamara? No me lo ha dicho todavía...
-Oye, no me has dicho tu nombre... - Le digo en un susurro. Estoy nerviosa... Y lo gracioso es que no sé el motivo.
Él sigue su camino hacia la puerta, seguramente no me habrá escuchado. 
Se ha ido y yo no sé su nombre. ¿Le volveré a ver algún día? Lo dudo, la verdad. Y no sé si eso es bueno o malo.

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