miércoles, 2 de enero de 2013

Capítulo 24.

Mientras vamos en el coche, las chicas y yo hablamos sobre nuestro primer día en el nuevo trimestre. El corto pero divertido viaje se pasa volando y cuando me doy cuenta, ya hemos llegado al centro comercial de Mullingar. ¡Es enorme!  Desde fuere puedo ver que tiene 3 plantas y está recubierto de nieve, como todo Mullingar en estas fechas, una nieve blanca como las nubes.  Las chicas se apresuran a entrar y me dejan atrás, por lo que voy corriendo hacia ellas evitando caerme. 
Cuando entro, me quedo el doble de maravillada. Este centro comercial es incluso más grande que los que hay en Madrid. Y al parecer, también es muy frecuentado, porque está lleno de gente. Las chicas miran los escaparates y yo, sin embargo, observo mi alrededor. 
Veo que Alice tira me tira del brazo a una tienda de ropa muy llamativa, tanto de mujer como de hombre.
Sin poder remediarlo, nos introducimos en el interior de la tienda, y mientras yo miro la ropa que hay en esta tienda, Alice no para de coger prendas para probarse posteriormente.
Cuando lleva un buen número de prendas en su brazo, nos dirigimos al probador, mientras le pregunto dónde está Diane y ella me responde que ha ido a otra tienda de ropa, ya que este no es su estilo.
Cuando llegamos a los probadores, ella entra en uno a probarse toda la ropa que escogió. Como no sé qué hacer, la espero en el pasillo donde se encuentran todos los probadores.
¡Qué aburrimiento, dios! No me gusta esperar a la gente mientras comprar ropa. Para entretenerme miro a las diferentes chicas y chicos que hay en la tienda.
-Noeeee, pruébate este vestido, te quedará genial. - Dice Alice interrumpiendo mis pensamientos y pasándome por encima de la puerta un corto vestido rosa fucsia.
-No creo que me quede bien, Alice. -Le digo examinando el vestido.
-¡Qué sí, hazme caso! Pruébatelo y me avisas. 
Haciendo caso a Alice, me dirijo a un probador que está alejado del de ella. Mientras me dirijo hacia allí, noto que la cortina de uno de los probadores se abre y un encapuchado sale de allí. Veo que se dirige hacia mí, y no sé como avanzar, ya que el pasillo de los probadores es pequeño y está abarrotado de gente.
Decido optar por apartarme y pasar por el lado del encapuchado, pero él hace lo mismo y nos chocamos. ¡Maldita sea! ¿Por qué soy tan patosa? No paro de chocarme con la gente.
Entonces, los dos caemos al suelo y veo que a él se le ha caído la capucha de su sudadera, dejando al descubierto su rostro y su identidad.


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